El autor Ed Moralez ha dicho que la percepción más común y obvia de la salsa es «un manejo de clave extravagante en canciones de derivación aborígenes y afro-americanas, dirigidas por piano, pitos y sección rítmica; cantado por un intérprete de voz aterciopelada vestido en traje de algodón».
Él también define la salsa como «un nuevo giro de los ritmos tradicionales de la música caribeña», «la voz cultural de una nueva generación» y « una representación de la identidad latina en Nueva York».
Morales también cita al cantante Rubén Blades: la salsa es en verdad «un concepto» que se opone a un género o ritmo definidos.
Algunos músicos dudan que el término «salsa» tenga un significado útil para todo, como el director Machito, quien afirmaba que la salsa es, más o menos, lo que él había tocado durante 40 años (1930-1970) antes que el género musical se denominara así.
El célebre músico newyorkino, y de ascendencia boricua, Tito Puente, afirmaba que «la salsa, como ritmo o música, no existe. La salsa se come; no se ve, no se oye, no se baila. La música que llaman salsa es la que he tocado desde hace muchísimos años: se llama Mambo, Guaracha, Chachachá, Bolero, Guaguancó...».
Ed Morales afirma que las bases del origen de la salsa fueron el puss del trombón como un complemento melódico, el solista y un sonido más agresivo de lo normal en la música cubana.
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